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UNA VERDAD INCONVENIENTE

An inconvenient Truth (una verdad incómoda) es dirigido por Michael Brook y auspiciado por el ex vicepresidente y candidato demócrata tras la presidencia de Bill Clinton, Al Gore.
Uno después de lo sucedido en las presidenciales del 2000, no puede dejar de pensar, sobre todo tras revisar el periplo posterior de Gore tras su derrota, cómo hubiera cambiado todo si esos comicios de dudosa resolución legal, hubieran dado como ganador al político demócrata. Seguramente y teniendo en cuenta el carácter trágico y dilemático de la figura del político como profesión, más si cabe en el caso estadounidense, con su belicosa política internacional (tras en 11 S) y su dimensión global en lo económico, hubieran empobrecido las válidas aptitudes y propósitos para la docencia cívica, si bien la geopolítica mundia,l casi con toda probabilidad, sufriría un clima de distensión, que por lo menos habría ahorrado miles de víctimas.
Una lástima, pero que no empaña el camino de dignidad transitado por Al Gore, modelo ejemplar y ejemplarizante sobre los compromisos de un político con su realidad, y del que pocos toman ejemplo y se aplican el cuento.
Divulgativo y entretenido, 'An inconvenient Truth' se nos persenta como una confluencia de dos formas narrativas: la expositiva entroncada en la ponencia del calentamiento global del planeta y los desastres medioambientales que pueden generar el tren de vida posmoderno, junto a una especie de autobiografía, buenos propósitos y disgresiones de mano de Al Gore.
De hecho, la gran virtud de Al Gore es comprender que el intelectual debe recuperar de nuevo una audiencia masiva e insertarse en el discurso audiovisual para convertirse en plataforma cívica y pública. Pocos intelectuales han entendido que la prensa, que si bien a principios de la centuria era el canal de comunicación para toda la población, hoy día sólo es eco de opiniones en sectores más minoritarios, y muchas veces con suficiente cualificación para que el discurso, en el peor de los casos, acabe siendo redundante. Por ello, la lucidez de Al Gore en este sentido es comprender que el medio es también mensaje y saber componer buenos contenidos con los factores de entretenimiento canónicos del entorno cinematográfico.






















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